viernes, 11 de diciembre de 2009

¿TODOS SOMOS HERMANOS?

A raíz de las recientes palabras del Sr. Obama en las que muy sutilmente lanzó una "perla", pero ignoró intencionada y/o demoníacamente a su autor, conviene traer a colación la supuesta y aparente coincidencia que se pretende alentar, desde muchos foros del Sistema, entre todas las religiones, con la sustancial diferencia que existe entre la Verdadera Fe, la de Cristo, y el resto de las filosofías, más o menos, pseudoreligiosas existentes.
Dice el Santo de los Santos del Altísimo: "Por lo tanto, todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres, hacedlo también vosotros con ellos, porque en esto está la Ley y los Profetas" (Mateo 7, 12)
Si leemos por encima esta frase del Evangelio no sería extraño confundirla con otras similares, aunque no iguales, pronunciadas o escritas a lo largo de los siglos, incluso antes de la Venida del Salvador.
Así, a título de ejemplo, baste significar las siguientes:
"Esto es la suma del deber: No hagas nada a otros que si te lo hicieran a tí te pudiera causar dolor" ("El Mahabarata") (Filosofía religiosa Hindú)
"No dañes a otros con lo que pudiera dolerte a tí mismo" ("Udana Varga") (Filosofía religiosa Budista)
"Lo que es odioso para tí, no lo hagas a tu prójimo. Esta es toda la ley, el resto es comentario" ("El Talmud") (Tradición Judía)
"Ninguno de ustedes es creyente hasta que desea para su hermano lo que desea para sí mismo" ("Hadit") (Religión Musulmana)
"Lo que no deseas que otros te hagan a tí, no lo hagas a los demás" (Confucio, 551-479 a. C)
Como hemos significado, aparentemente el mensaje sería el mismo, y así pretenden transmitirlo los actuales medios del Sistema, pero, en realidad, señores, la diferencia, aunque sutil, es sustancial.
Para ello, es menester relacionar ese episodio del Evangelio narrado por San Mateo, con otro parejo narrado por San Lucas: "Yo os digo a vosotros que escucháis: Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os calumnian. Al que te hiere en una mejilla, ofrécele también la otra; a quien te quita el manto, no le niegues la túnica. Da a quien te pida y no reclames a quien te roba lo tuyo. Tratad a los hombres como queréis que ellos os traten a vosotros. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?. También los pecadores aman a quienes los aman. Y si hiciereis el bien a los que os lo hacen, ¿qué mérito tendréis?. Los pecadores también lo hacen. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis?. También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos otro tanto. Pero vosotros, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar remuneración; así será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altisimo, porque Él es bueno para los ingratos y perversos. Sed misericordiosos cmo vuestro Padre es misericordioso". (Lucas, 6, 27-36)
¿Entendemos ahora la "sutil y sustancial" diferencia?: Mientras que los demás se limitan a pedir que no hagamos el mal, Cristo nos exige, además, que hagamos el bien.
No hacer el mal no supone para el Señor mayor mérito si no va acompañado de un acto positivo y valiente de amor.
No hacer el mal sólo significa éso: abstenerse de actuar en contra del prójimo.
Pero para un Cristiano la exigencia es inmensa por que, además, nos obliga a actuar santamente, incluso con nuestros propios enemigos.
No nos dejemos engañar pues, porque el Maligno no es tonto del todo.
A veces el mal se esconde dónde menos lo esperamos, con una apariencia de falsa piedad, utilizando medios materiales y humanos para, machaconamente, transmitirnos el mensaje subliminal de que todos somos hermanos de una misma Fe, que todos, en el fondo, somos buenos, de que nadie es tan malo como pudiera llegar a pesnsarse, que, incluso, el mal, a veces, puede tener cierta justificación.....
No nos dejemos engañar: el Mal es el Mal y es lo contrario al Bien.
Y como dijo el Salvador: "Quien no está conmigo, está contra mi". (Lucas, 11, 15-26)

¡AMÉN!

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